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- "Señor, sabes que desde mi nacimiento voy envejeciendo y un día llegaré a la vejez.
- Guárdame del hábito fatal de querer opinar sobre todo y en toda ocasión.
- Líbrame del ardiente deseo de querer arreglar asuntos ajenos y ayúdame a servir sin imponerme.
- Hazme reflexionar serenamente y sin hundirme en el mal humor.
- Parece una lástima no aprovechar todo el caudal de mi sabiduría, pero Señor, quisiera que me quedaran algunos amigos hasta el final.
- Impídeme el ensartar un rosario de detalles sin fin y dame alas para ir al grano directamente.
- Sella mis labios a mis penas y dolores, aumentan con mi edad y cada año me gusta más recrearme en desgranarlos.
- Señor, no me atrevo a pedirte la gracia de poder escuchar las letanías de mis semejantes con placer, pero ayúdame a escucharlas con paciencia.
- Tampoco te pido, Señor, mejor memoria, pero dame más humildad y menos certeza inquebrantable cuando mi memoria esté en desacuerdo con la de los demás.
- Enséñame la gloriosa lección que, de vez en cuando, puedo no tener razón.
- Concédeme el ser dulce sin exageración; no deseo la santidad -con algunos santos es tan dura la convivencia- pero una persona agria es una de las obras maestras del diablo.
- Dame, Señor, la capacidad de ver talentos insospechados y bondad en personas donde menos lo esperaba; y dame, oh Señor, la gracia de sabérselo decir.
- Amén"
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